Viviendo en el soleado sur de Francia, su última etapa artística, Vincent Van Gogh hizo un uso extensivo del color amarillo, lo cual contrasta totalmente con sus obras iniciales de colores muy sombríos.
La oftalmóloga Carmen Fernandez Jacob afirma que Van Gogh sufría de xantopsia una patología visual que le hacía ver y pintar en tonos amarillentos. De ahí el resultado que gran parte de su producción artística entre 1886 y 1890, año en que falleció, incluye obras donde el uso del color amarillo cromo es fundamental por no decir obsesivo.
“Los Girasoles”, “Retrato del Dr. Gachet”, “El dormitorio en Arlés”, su autorretrato (ver arriba) son ejemplos del constante uso de tonalidades amarillentas que el artista postimpresionista holandés utiliza.
Por las cartas que se escribía con su amado hermano Theo, sabemos que Vincent Van Gogh se hacía tratar por el psiquiatra parisino Dr. Paul-Ferdinand Gachet quien le prescribió dedalera (digitalis purpúrea) para paliar sus trastornos mentales. Unos de los síntomas derivados del consumo excesivo de dedalera es visión con halos amarillos.
Curiosamente en el “Retrato del Dr. Gachet” podemos ver como la cara y manos del doctor son de tonalidad amarillenta, como también el gorro y los libros sobre la mesa; y la planta, en primer plano, es precisamente la digitalis purpúrea o dedalera, comúnmente llamada campanilla. Para calmar los dolores gástricos que Van Gogh padecía, el Dr. Gachet le prescribió santomina que también puede producir visión amarillenta.
A mediados de septiembre de 1888 Van Gogh alquila una casa esquina en el pueblo de Arlés, en Provenza. Finalmente sentía que podía progresar y dejar atrás su vivir errante y paupérrimo. En el lado derecho de la casa hay un restaurante-tienda de comestibles donde Van Gogh solía comer todos los días, y donde muchas veces cambiaba sus pinturas por un plato de lentejas. Este inmueble es el que está retratado en el cuadro “La casa amarilla”.
Allí, en el mes de octubre, invita a su amigo Paul Gauguin, otro grande artista, para que compartieran la casa-taller; sin embargo, es una convivencia breve que duró hasta diciembre cuando Vincent, en unos de sus raptos coléricos, ataca a su amigo con una navaja de afeitar con la cual, luego, se corta una oreja que regala a una prostituta. Van Gogh terminó internado en el psiquiátrico de Saint-Remy de Provence, dejando atrás Arles y una serie de cuadros que hoy en día están catalogados entre sus obras más valiosas.
En Saint-Remy, Van Gogh realiza otra famosa tela, que algunos consideran su obra cumbre u opus magna: “La noche estrellada”. Los vibrantes halos blancos/amarillos que Van Gogh pinta en este famoso cuadro parece ser que son producto de crisis glaucomatociclíticas, relacionadas con situaciones de stress. La D.ra Jacob refiere que esta patología se caracteriza por oscurecer la córnea y hace ver halos circulares alrededor de puntos de luz. Otros expertos atribuyen esta distorsión visual al uso de plomo en las pinturas y/o a la bebida de ajenjo o absenta, que por esos años era muy común especialmente en los cafés y tabernas frecuentadas por gente de escasos recursos.
Es evidente que Van Gogh padece momentos de desequilibrio mental y, como ocurre con muchos artistas, su arte es el ancla que lo mantiene con los pies en la tierra. “Por encima de todo,” afirma en una ocasión “yo quiero llegar a un punto en que se diga de mi obra: este hombre siente profundamente y este hombre siente delicadamente… Entonces quiero mostrar por medio de mi obra lo que hay en el corazón de un excéntrico, de una nulidad.”
En “Campo de trigo con cuervos” ( Julio, 1890), uno de sus últimos cuadros, podemos apreciar las pinceladas gordas e intensas por medio de las cuales Van Gogh expresa su apasionada creatividad. El cuadro es casi un presagio de muerte con decenas de cuervos que sobrevuelan un campo de trigo, el color negro planeando sobre su amado y vibrante color amarillo, la oscuridad sobre la luz.
En su tiempo Van Gogh fue poco comprendido: Toulouse Lautrec, Pisarro, Signac y otros artistas le expresan su admiración pero los críticos y mercantes simplemente se burlan de sus composiciones y de su paleta, lo cual acentuó aún más sus crisis maníaco-depresivas que hicieron derrumbar por completo su autoestima y, finalmente, lo llevaron al suicidio.
Van Gogh murió el 29 de julio de 1890, dos días antes se habría disparado en el pecho, tenía 37 años. Otra hipótesis propone que fue un homicidio imprudente: una bala disparada por un joven conocido del artista le habría impactado en el pecho y Van Gogh, para salvar el joven de la cárcel, reiteró haberse disparado deseando el suicidio.
Sea como fuere, es el final trágico de un ser que inició siendo pastor protestante, como su padre, que fue despedido por predicar con demasiado celo y que terminó como un artista impulsivo y atormentado, cuya obra fue despreciada y regateada por poco dinero, o por comida o bebida, pero que gradualmente se cotizó entre colegas, críticos y público. Hoy día, sus obras poseen un valor inestimable.