El 6 de septiembre 2007, hace 12 años, nos dejaba «Big Luciano». Un cancer pancreático acababa con la vida de este talentoso y mediático tenor italiano que muchos consideran estar entre los mejores de los mejores.
Luciano Pavarotti nace en Módena en 1935. Su padre, panadero, es un aficionado del canto operático, que practica en sus ratos libres, y le inculca a su hijo la pasión por la lírica. Alrededor de los 9 años Luciano integra, junto a su padre, un coro de una pequeña iglesia local.
Luciano estudia magisterio para ser maestro de educación física, el fútbol le fascina y al tener buena estatura anhela hacerse portero profesional; sin embargo, su madre le aconseja la docencia primaria que él practica por un par de años. A sus 19 años, en 1954, toma lecciones de canto con Arrigo Pola, un respetado tenor profesional y maestro que por 2 años le imparte lecciones gratuitas en Módena. Al año siguiente padre e hijo participan con la «Corale Rossini» a un evento internacional en Gales y el coro gana el primer premio. Es el primer éxito canoro del joven Luciano, logro que será de inspiración para convertirse en cantante profesional.
En 1961 Pavarotti contrae nupcias con Adua Veroni, su novia desde hace 7 años. En este período Pavarotti trabaja como asegurador y le va muy bién; además, sigue sus estudios de canto con el maestro Ettore Campogalliani en Mantua donde también estudia su amiga de infancia, Mirella Freni, que se convertirá en una exitosa soprano llegando a realizar varias representaciones y grabaciones con Pavarotti.
En la década de los ’60, Luciano va gradualmente haciendo experiencias en varios teatros de lírica tanto en Italia como en Yugoslavia, Austria, Irlanda. En 1963 el pianista/director de orquesta Richard Bonynge, esposo de la soprano Joan Sutherland, le propone salir de gira por Australia. Alto 1,80, además de excelente voz, Luciano tiene la estatura adecuada para Joan que también es alta. La pareja realiza unas 40 actuaciones en un par de meses y Pavarotti siempre le agradecerá a Sutherland ciertas técnicas de respiración y canto que aprende durante esta gira.
En 1965, siempre con Joan Sutherland – que Pavarotti llegará a definir como «la voz del siglo» – Luciano debuta en Miami, Estados Unidos; los dos cantan «Lucìa de Lammemoor» de Donizetti, obra de la cual también grabarán un disco. Luego, el director Franco Zeffirelli unirá Pavarotti con su amiga Mirella Freni en «La Bohème» de Puccini, su ópera preferida, en el templo absoluto de la lírica: la Scala de Milán. Al año siguiente Pavarotti canta en la Royal Opera House, en Londres, donde exhibe su potencial canoro con sus típicos «do’s» de pecho por los cuales será apodado «el Rey de los do’s agudos».
En los años ’70 hace varias giras por Estados Unidos y Europa consolidando su prestigio. En 1979 la revista americana «Time» le dedica su portada calificandole de «Opera’s Golden Tenor» (El Tenor Dorado de la Ópera).
A principios de los ’80 Pavarotti organiza el «Concurso Internacional de Voz Pavarotti» para jóvenes promesas, ejemplo concreto de su sensibilidad y generosidad hacia el público más joven. En 1986, para celebrar su 25 aniversario de carrera, lleva a los ganadores del concurso Pavarotti de gira en varios conciertos por Italia y China donde, en Beijing, recibe la ovación del público por nueve do’s agudos que realiza en el Gran Salón del Pueblo.
En 1990, en ocasión del Mundial de Fútbol en Italia, Pavarotti intepreta «Nessun dorma» de la ópera «Turandot» de Puccini, un aria que con la interpretación de «Big Luciano» alcanza un estatus equivalente a las mejores canciones de música pop, algo inédito para la música lírica. Bajo la batuta del Zubin Mehta, para esta ocasión se forma el trío de los «Tres Tenores» – constituido por Luciano Pavarotti, José Carreras y Plácido Domingo – un talentoso cuarteto que cosechará muchísimo éxito y aparecerá también en las celebraciones de las finales de los Mundiales de Fútbol en Los Angeles (1994), París (1998) y Yokohama (2002).
En estos años, además, siguiendo su lema personal de alcanzar el mayor número posible de personas con el mensaje de la música, Pavarotti inicia a cantar al aire libre – de nuevo, algo totalmente inédito para un cantante de ópera – y en ambientes donde pueden concurrir decenas de miles de personas como las 150.000 del Hyde Park de Londres, o las 300.000 a la sombra de la Torre Eiffel, en París, o las 500.000 en el Central Park de Nueva York.
Cada año, desde 1992 hasta 2003, Pavarotti organiza en Módena un evento especial, el «Pavarotti & Friends», en el cual el tenor acompaña a decenas de estrellas del mundo pop que se exhiben por varios proyectos benéficos. Michael Jackson, Céline Dion, Andrea Bocelli, Bono de los U2, Zucchero, Eric Clapton, Gloria Estefan, Elton John, Mercedes Sosa, James Brown, Liza Minelli son solo algunos de un centenar de artistas que colaboran con «Big Luciano» en este curioso e innovador maridaje musical con fines filantrópicos.
En 2004, a sus 69 años, después de más de cuatro décadas de estar en escena, Pavarotti comienza su gira mundial de despedida. Desde el Metropolitan de Nueva York hasta su último concierto en Turín, en 2006, en ocasión de los Juegos Olímpicos Invernales, «Big Luciano» recibe calurosísimos aplausos y ovaciones. De hecho, ningún tenor ha provocado tanto amor de parte del público como Pavarotti y, de la misma manera, posiblemente ningún tenor haya amado tanto a su público como lo hizo «Big Luciano».
«He recibido todo de la vida, absolutamente todo.» confesó en una ocasión «Si Dios me quitara todo, estaríamos empatados» concluía con un sabio apunte de tono deportivo.
Además de su pasión por la música y el fútbol, Pavarotti era aficionado a la equitación, amaba pintar cuadros y en la mesa era un «buen tenedor» – como se suele decir en su amada Emilia, tierra de lasaña, tortellinis, parmesano, etc. – y su corpulenta figura de casi 130 kg lo corroboraba.
Pero no todo fue color de rosa para Pavarotti: su separación de la primera esposa; problemas fiscales que tuvo con Hacienda en Italia; y el testamento final del valor estimado de unos € 300 millones, repartido entre sus 2 esposas y 4 hijas, fueron serios «dolores de cabeza» como el solía decir.
Más lo hecho, hecho está. Los conciertos, grabaciones, videos, programas televisivos, proyectos filantrópicos y su «Fundación Pavarotti» (que sigue su legado de descubrir jóvenes promesas y fomentar el canto lírico) son realidades que nadie puede objetar. Grazie «Big Luciano»!!!